Rememorando a Fokine y a la Pávlova, varios cisnes se han vestido para ejecutar movimientos con la música de Saint Saénts, emulando la danza macabra, por la de la vida y las épocas, porque aunque nuestra danza es cíclica, debemos entender que la naturaleza a veces reclama espacios y entre coreografías eternas, sabemos que interpretar las del deceso, son solo fantasías y las reales son las del bien, las consientes, esas que prevalecen en el presente, para darnos esperanza y afianzar la existencia.
